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25 de febrero de 2012

Vivo a días alternos, lunes besándote en la mañana sí, martes volviendo a casa perdida, cubierta de apuntes en autobuses abarrotados de miradas grises, miércoles haciendo mucho más que volar sí, claro que sí, mientras espero mordiéndome las uñas y las ganas a la hora de salida para tener por fin en las retinas al único chico del mundo capaz de convertirse en mi mejor postal de Navidad . El de "eh, que te quiero", el del contrato indefinido de caricias sin necesidad de firma. El chico guapo que también me entiende.
No sé si la física podría explicarme cómo fue capaz de iluminar mi habitación la noche que se fundieron todas las bombillas. La maravilla es que volvió a repetirlo cada vez que nos quedamos a oscuras.

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