La vida es un océano de
incertidumbres, nunca vas a saber qué va a pasar. El futuro algo incierto, el
pasado algo pasajero y el presente tú lo decides. Hay presentes ilusionados y
presentes de desilusión, de risas y de llantos, de amor y de desamor. Puede que
sea como un juego a cara o cruz o puede que más bien sea como el parchís, no lo
sé. Lo cierto es que yo vivo un presente increíble, uno de esos que no tienen
nada que envidiar a las mejores novelas. Puedo parecer pretenciosa o idealista
pero no lo soy, soy realista.
Un día escuché a un señor
que explicaba que la vida estaba escrita, no sabía por quién pero lo estaba.
Explicaba que alguien escribe nuestra historia en una pluma de tinta sobre una
especie de pergamino mientras nosotros vivimos y decide cómo será nuestro
futuro. Ahora bien, hoy estoy segura de que si es verdad lo que decía ese señor
quien está escribiendo mi vida, en este preciso instante , no lo ha podido
hacer mejor. Se ha superado, ha superado los ideales. ¿Por qué? Sólo soy una
persona más, pero lo que me hace especial es él. Sí, ese chico que apreció sin
explicación. Él ha dado a mi vida un giro de trescientos sesenta grados sin
esperar a que diese la aprobación, arriesgó y ganó, obtuvo lo mejor de mí hasta
conseguir que perdiese mi uso de razón. Él ha conseguido que ignore la razón y
me deje llevar sin importarme si nuestra relación es una locura porque si lo
es, es nuestra y me encanta.
Ahora mismo me vienen a
la cabeza miles de películas, miles de escenas de besos , de risas, de abrazos,
de caricias, de palabras bonitas…pero lo mejor es que ningún director podrá algún
día plasmar en sus películas una quinta parte de los sentimientos que han
aparecido y aparecerán en nuestra historia. Nosotros no somos Jesse James y Kate
Beckinsale ni protagonizamos ninguna película, no vamos a ir
a los Oscar ni vamos a rodar cada uno de nuestros besos miles de veces hasta
que a alguien le parezca que quede bonito, eso no nos va. Lo nuestro es
besarnos, repetidamente, sin descanso. Con dulzura, con pasión, con suavidad,
con desenfreno. Aquí, ahora, mañana, dentro de dos días, siempre. Acariciarnos
hasta que me duelan las manos, suspirar hasta quedarme sin aliento, susurrarle
al oído hasta quedarme sin voz… Pero mientras que esperamos a que llegue ese
momento, me conformo con sentir que la vida es mucho mejor porque él existe,
imaginar cómo serán nuestras mañanas, nuestros desayunos, nuestras películas en
el sofá, nuestras risas entre sábanas y nuestras buenas noches. Me conformo con
escuchar sus grabaciones una y otra vez, sin descanso , hasta que me quedo sin
batería , para sentirle más cerca. Sé que hay días que me apetece gritar,
llorar, dar saltos con rabia, golpear… y todo por no tenerle cerca pero esa es
la esencia ¿no? La esencia es quererle hasta el punto de aguantar lluvias ,tormentas
,tornados ,maremotos…y todo lo que venga.
Y aquí
estamos, con una risa en la cara, inmunes a los obstáculos, luchando por una
vida juntos porque su sonrisa no se podría comprar ni con todo el dinero del mundo.
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